lunes, 15 de febrero de 2010

Fotos DeAmbulantes!

Carrito de dulces y cigarrillos, 1500 pesos la noche. Carrito de aluminio con exprimidor de naranjas, 2500 pesos. Carretilla de reciclaje: sin costos de parqueadero para la noche, cuando muta en complejo habitacional portátil. Una soleada mañana de domingo, varios artistas urbanos y un parqueadero que ofrece sus servicios a los carros de los vehículos ambulantes; escenario para una de las intervenciones más imaginativas del festival de esténcil de Bogotá: la jornada de pintada de vehículos ambulantes. Mediante una convocatoria abierta, artistas y vendedores ambulantes se encontraron en un acto de mutuo beneficio, donde los vendedores obtenían “engallada” gratuita a sus instrumentos de trabajo y los artistas encontraban un soporte de expresión que trascendía la clásica pared. Entre latas, plantillas, cámaras, la curiosa mirada de los vendedores y la rápida mano de los artistas, se tejía un encuentro inédito, que corría tímido, sostenido con la voluntad heterogénea de dos mundos que se encuentran, con la diversidad de los materiales que formaban los vehículos y las distintas nacionalidades de los artistas que se daban cita. ¿Arte reivindicatorio? ¿oportunismo popart? Los carros descansaban y los colores acudían.

Juan Pablo trabaja en el parqueadero de dos pisos ubicado en cercanías de la Avenida Caracas con calle 75. Entre cachivaches, sacos con naranjas a la expectativa y carritos ambulantes en descanso dominical, desciende por la rampa de acceso del parqueadero rápidamente, anhelando un almuerzo inminente. Sin embargo, tras ser interrogado sobre la jornada, no puede resistirse a lanzar su opinión: “si yo tuviera un carro, no lo pintaría porque queda muy colorinchudo” dice inicialmente, para luego intentar congraciarse: “pero esta bueno porque tienen en que entretenerse los que les gusta pintar; al que le gusta le sabe. Además la gente que trabaja en la calle le toca duro, es bueno que piensen en ellos”. Visiones encontradas en un país de contrastes, de trabajadores incansables y dirigentes zánganos; de pinturas costosas sobre ruedas desvencijadas. Luz Mary Boyacá, de “apellido departamental” como ella misma dice, observa a una distancia prudente el rostro femenino a la pin-up que va dibujándose sobre el mesón donde diariamente vende jugos hasta el medio día en la 13 con 72. Con elocuente sencillez comenta que “quedo bonito, bonito ese arte” para después con una sutil sonrisa, encontrar el beneficio: “los clientes se van a sorprender, a decir que paso ahí, y compran”. Al guardar su carrito, confiesa que a su hijo también le gusta pintar y que ojalá hubiese estado allí. La tarde entraba con fuerza y candela mientras los carros se hacían escasos. De repente de la nada, apareció Claudio, con su reluciente carreta recién adquirida con amplios paneles laterales. A diferencia de los otros participantes, Claudio no deja de sonreír y agitar su melena estilo Santana-woodstock, ajeno a toda timidez, soltando sus perlas de gran ingenio “este es mi carrito donde cargo lo que salga y cuando descanso es mi apartaestudio” comenta rematando con su gran dentadura de reflector; “ahora que me lo pintaron por fuera me tocará contratar un decorador de interiores” continua señalando la parte interna de los paneles, donde aún reposan algunos cartones. Al apoyarse en su vehículo para posar para una foto, se torna un poco mas sombrío para dejar entrever lo que lo consume, que se adivina en su mirada: “ahora ya me puedo ir por la ruta de la autodestrucción, en algo completamente mío... hasta que alguien me lo robe”. Insospechadas son las rutas de quienes no conocemos.

Esta jornada del Bogota Stencil Art Festival ha propiciado obras en movimiento sobre ruedas, que acompañarán destinos llenos de esfuerzo y e ilusión o nítida desesperanza. Pasarán los días, los clientes, la basura, los gobiernos y quizá ellos seguirán ahí, luchando día a día por un mejor futuro; aguardando por el próximo sediento, por el próximo fumador, por el último desecho abandonado. ¿Algo cambiará? Los hechos contradicen el deseo y nublan el camino. Sin embargo, arrastrando sus vehículos con empeño y ganas de trabajar, los vendedores serán los portadores del contraste de esa tarde de encuentros y aerosoles. Responsables del asalto al asfalto gris y aburrido a cargo de una galería personal y microproductiva. Se les desea buen recorrido y buenas ventas. Tal vez ahora sean un poco más visibles, gracias al día en que sus pasos se unieron a las plantillas. A sus espaldas, quedará el espectro de colores y miradas encargados de romper diariamente una falsa realidad, sofisma de un país aletargado que se acostumbro a ver solo en blanco y negro. Que ruede la vida.

Luis Fernando Medina C // Luscus



2 comentarios:

  1. Esta muy bacano. Se le ocurren a uno un montón de ideas. También hay una sensibilziación frente a la vida de estos genios del rebusque. Me gustaría contactar a Claudio, si me regalan ese dato sería bacano.

    Johnnier Aristizabal

    ResponderEliminar
  2. estamos trabajando un proyecto con vendedores informales apoyado por jovenes transformado ciudad y SDIS vamos a hacer un libro y me gustaría recopilar su experiencia por favor comunicarse al correo morfosis.org@gmail.com o casaculturaljuvin@gmail.com

    Orlando González
    maestro en artes Plásticas

    ResponderEliminar